Muchas
personas sabias en lugar de enseñar cómo encontrar el amor
y qué hacer para ello, hablan de lo importante que es saber
amar. Y aquellos que aman o algún día amaron, entienden de qué
estamos hablando.
¿Cómo
debe ser el amor verdadero y cómo se puede aprender a amar? Estas
preguntas atormentan la humanidad a lo largo de muchos años
y son increíblemente difíciles. Volverse maestro en esta ciencia tan
complicada se convierte en uno de los deseos más grandes
en la vida de cada quien.
Después de algunos intentos fracasados
y dolorosos, muchos llegan a la triste conclusión de que
no están dispuestos a contribuir al desarrollo de sus
relaciones. O creen que no son de aquellas personas que pueden
convivir con una sola pareja toda la vida. La gente prefiere
renunciar a su sueño en lugar de exponerse al riesgo
de experimentar el dolor y la decepción otra vez.
¿Por qué
es tan difícil no solo crear sino también mantener nuestras
relaciones amorosas? ¿Y por qué pensamos que en todo el mundo
solo existen un par de candidatos dignos de nuestra atención,
y que lo más probable es que ellos vivan
en un Universo paralelo? ¿O tal vez todos los problemas surgen debido
a algunas defensas nuestras que creamos hace tiempo pero ahora nos
estorban y solo nos traen decepción?
Al mismo tiempo, cuanto más dure
la relación, más miedos tenemos. Algunos creen que: cuanto
más profunda sea una relación, más sencilla debe ser; y que si algo
no va bien, definitivamente algo está mal con la relación
en sí o con las personas involucradas.
No necesariamente.
Una relación profunda puede sacar tanto lo peor
como lo mejor de nosotros: nuestros miedos y grandes esperanzas,
nuestra dedicación y celos, nuestra bondad y falta
de sensibilidad, nuestra generosidad y egocentrismo. Trabajando
en estas emociones, nos abrimos cada vez más el uno al otro,
quitando poco a poco aquella armadura que algún día nos protegía del estrés.
Un gran amor, una sincera intimidad
y entendimiento, estos son los rasgos particulares de una relación
buena y sana. Y este tipo de relaciones no suceden cuando
se les persigue, más bien se construyen como resultado
de aquellas condiciones que tú mismo estás creando. A la hora de crear una
relación, lo más importante no es buscar a la persona
de tus sueños sino convertirte en esa persona.
Cuando desarrollamos en nosotros aquellas
cualidades que queremos encontrar en otra persona, la posibilidad
de conocer a tal pareja aumenta exponencialmente.
Y si empezamos a desarrollar en nosotros
generosidad, compasión, la habilidad de confiar y todos aquellos
rasgos que buscamos en los demás,
y luego aprendemos a aplicarlos en la vida, nuestras
relaciones, sin duda, evolucionarán y serán cada día mejores.
Cuando dos personas se apoyan mutuamente
en esta aventura tan divertida y buscan aprender tanto como les sea
posible, las oportunidades que tiene esta relación son infinitas. Sí, requerirá
mucho esfuerzo, tiempo y energía, pero cualquiera que algún día haya
entrado en este camino, te dirá que el resultado lo vale.
Más de lo que te puedes imaginar.
Entonces,
¿qué estás esperando?